Keiko Fujimori y las estrategias de su padre para llegar al poder
Si la candidata presidencial dice que quiere distanciarse de Alberto Fujimori, en sus actos de campaña demuestra lo contrario. Igual que recuerda algunas de sus obras, suprime cualquier rastro de los delitos cometidos p
or el fujimorismo.
Cenaida Rueda hace ganchillo bajo un toldo en la Plaza de Armas de Oxapampa, en plena selva central. Minutos antes de que comience el mitin de la candidata de Fuerza 2011 en esa localidad del departamento de Pasco, la mujer afirma que votará por Keiko porque su padre Alberto Fujimori fue un “buen presidente”.
No se le ve muy cómoda dando explicaciones, pero en seguida su vergüenza desaparece al reclamar un polo naranja como aquellos tantos que observa a su alrededor.
El ejemplo de Cenaida se repite de manera casi automática entre los asistentes. Roque Alcántara es albañil y ya ha tenido la oportunidad de ver a la candidata presidencial en otras ocasiones. Ahora que está en juego la segunda vuelta electoral, Alcántara le ratifica su apoyo con un argumento tan simple como directo: “Su padre acabó con el terrorismo”, sentencia.
Una década después de abandonar el poder y protagonizar episodios de corrupción y violaciones a los derechos humanos, el recuerdo benévolo de Alberto Fujimori sigue presente en este paraje de gran diversidad, cruce de culturas como la Yánesha o la austro-alemana. Keiko Fujimori se hace valer de esa memoria colectiva para acercarse a un público que la quiere por ser, ni más ni menos, que la hija del “Chino”.
El fujimorismo en acción
La ex primera dama llega a Oxapampa procedente de La Merced, donde acaba de pasar la noche en el Hotel Presidente. Allí baja a desayunar sola y poco a poco se le acercan miembros de su equipo de campaña para conversar sobre los preparativos de la jornada. A las 8 de la mañana en punto, Fujimori sale en caravana para recorrer varios lugares de Pasco, luego de que la víspera fuera recibida con huevos en Satipo, región de Junín. Montaje o no, el incidente le da pie para presentarse ante los periodistas como víctima de las agresiones y defensora de la calma y la tolerancia en campaña.
Tras recorrer vías sin asfaltar, de puro lodo en algunos tramos, la aspirante presidencial sigue el cauce del río Paucartambo y atraviesa aldeas en las que apenas unas personas la miran con indiferencia. En otras localidades como San Luis de Shuaro, de mayor población, grupos de mujeres tienen la consigna de estar preparadas para dar una bienvenida efusiva a Fujimori en cuanto asome por allí.
Su primer contacto directo con los ciudadanos de esta zona del centro del país tiene lugar en el mercado de Oxapampa. Keiko Fujimori se ve abrazada por un tumulto de personas, de donde salen algunas voces a favor de la liberación de su padre, condenado a 25 años de prisión.
Con gesto tranquilo, la candidata se dirige con un papel entre las manos al estrado colocado en la plaza. En él tiene apuntadas varias frases que le sirven para organizar su discurso, prácticamente el mismo que dará horas más tarde en Villa Rica.
Si la candidata presidencial dice que quiere distanciarse de Alberto Fujimori, en sus actos de campaña demuestra lo contrario. Igual que recuerda algunas de sus obras, suprime cualquier rastro de los delitos cometidos p

Cenaida Rueda hace ganchillo bajo un toldo en la Plaza de Armas de Oxapampa, en plena selva central. Minutos antes de que comience el mitin de la candidata de Fuerza 2011 en esa localidad del departamento de Pasco, la mujer afirma que votará por Keiko porque su padre Alberto Fujimori fue un “buen presidente”.
No se le ve muy cómoda dando explicaciones, pero en seguida su vergüenza desaparece al reclamar un polo naranja como aquellos tantos que observa a su alrededor.
El ejemplo de Cenaida se repite de manera casi automática entre los asistentes. Roque Alcántara es albañil y ya ha tenido la oportunidad de ver a la candidata presidencial en otras ocasiones. Ahora que está en juego la segunda vuelta electoral, Alcántara le ratifica su apoyo con un argumento tan simple como directo: “Su padre acabó con el terrorismo”, sentencia.
Una década después de abandonar el poder y protagonizar episodios de corrupción y violaciones a los derechos humanos, el recuerdo benévolo de Alberto Fujimori sigue presente en este paraje de gran diversidad, cruce de culturas como la Yánesha o la austro-alemana. Keiko Fujimori se hace valer de esa memoria colectiva para acercarse a un público que la quiere por ser, ni más ni menos, que la hija del “Chino”.
El fujimorismo en acción
La ex primera dama llega a Oxapampa procedente de La Merced, donde acaba de pasar la noche en el Hotel Presidente. Allí baja a desayunar sola y poco a poco se le acercan miembros de su equipo de campaña para conversar sobre los preparativos de la jornada. A las 8 de la mañana en punto, Fujimori sale en caravana para recorrer varios lugares de Pasco, luego de que la víspera fuera recibida con huevos en Satipo, región de Junín. Montaje o no, el incidente le da pie para presentarse ante los periodistas como víctima de las agresiones y defensora de la calma y la tolerancia en campaña.
Tras recorrer vías sin asfaltar, de puro lodo en algunos tramos, la aspirante presidencial sigue el cauce del río Paucartambo y atraviesa aldeas en las que apenas unas personas la miran con indiferencia. En otras localidades como San Luis de Shuaro, de mayor población, grupos de mujeres tienen la consigna de estar preparadas para dar una bienvenida efusiva a Fujimori en cuanto asome por allí.
Su primer contacto directo con los ciudadanos de esta zona del centro del país tiene lugar en el mercado de Oxapampa. Keiko Fujimori se ve abrazada por un tumulto de personas, de donde salen algunas voces a favor de la liberación de su padre, condenado a 25 años de prisión.
Con gesto tranquilo, la candidata se dirige con un papel entre las manos al estrado colocado en la plaza. En él tiene apuntadas varias frases que le sirven para organizar su discurso, prácticamente el mismo que dará horas más tarde en Villa Rica.
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